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Hace dos años se materializaba el descenso a segunda división del equipo castellonense. Fue una temporada desastrosa en la que la venta del buque insignia del equipo, Santi Cazorla, pesó tanto en su juego que le hizo quedar último en el grupo de Champions, en el que no consiguió siquiera puntuar. Al final de la temporada se confirmaba lo que se temió a lo largo de ella, la pérdida de la categoría.
Hace un año y medio,
al producirse la bajada del equipo a la división de plata, el club decidió
fichar como entrenador a Marcelino García Toral. Su primer partido acabó con
una contundente derrota por cinco goles a cero ante el Castilla, equipo filial
del real Madrid. Este partido marcó un punto de inflexión que provocó que
varios jugadores abandonaran la plantilla y se abrieran las puertas para la
llegada de otros nuevos. Estos cambios trajeron tres meses de victorias
consecutivas y finalmente la vuelta a primera división tras jugar contra el C.
D. Almería en la última jornada del campeonato.
Llegado el verano, el
club mantuvo el bloque de jugadores que lo habían devuelto a la división de
honor e incorporó a otros, a petición expresa de Marcelino, entre los que se
encontraban Giovanni Dos Santos, Sergio Asenjo y Tomás Pina y de esta manera
pudo comenzar la nueva liga con el equipo reforzado. El arranque de la
competición no pudo ser más afortunado, pues se produjeron tres victorias
consecutivas en las que el Villarreal desarrolló un juego espectacular.
Llegó el Real
Madrid, lo que suponía la primera prueba de fuego, y el submarino amarillo pasó
el examen sin problemas, logrando un empate que incluso podría haber sido
victoria. El equipo de la Plana se instalaba así en la zona de puestos europeos,
lugar que ya no abandonaría en toda la liga.
El equipo pasó por una
mala racha a partir de enero al notarse un desgaste en sus jugadores más
eficaces, dado que solamente se habían incorporado dos futbolistas de refresco
en el mercado de invernal y la liga ya se le estaba empezando a hacer demasiado
larga al equipo. A partir de este momento empezaron a producirse pinchazos
inesperados ante el Betis, Elche y Granada, entre otros. El Villarreal se
despedía así de la cuarta plaza, lugar que lo hubiera devuelto a Champions tan
solo dos años después de haber participado por última vez en esa competición.
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